26 km acompañados del continuo ruido de la carretera y de un paisaje monótono entre polígonos industriales. No me extraña q los peregrinos se salten esta etapa y la realicen en autobús.
Lo mejor del camino fue encontrarnos con Agapito (San Miguel del Camino), un jubilado que ofrece la fruta de su huerto a los peregrinos, unas manzanas y ciruelas pequeñas pero llenas de sabor. A los pocos km en Villadangos del Paramo nos lo volvimos a encontrar en el bar en el que jugaba su partida, no consintió que pagaramos nuestra consumición a cambio de una lamparitas en el Santo.
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